Su vida fraterna resalta a los ojos del visitante. Imaginamos que, como en toda colectividad humana, no están exentos de las dificultades que –en ocasiones- crean las diferencias caracteriológicas. Sin embargo, «para nosotros -nos relata una de

las monjas- las diferencias son expresión de la riqueza con la que el Señor reviste el Cuerpo de Cristo y- en nuestro caso- nuestra Fraternidad».

«Un día vino a visitarnos el jefe de redacción de una importante revista católica -nos cuenta el P. Alberto María- y, conversando de todo un poco, me comentaba que le llamaba poderosamente la atención observar cómo se puede vivir la sencillez de la vida apostólica (como les gustaba llamarla a los primeros monjes) en nuestro tiempo». Vivir abandonados en las manos de Dios, sin esquemas o estructuras preestablecidos que les puedan impedir la escucha y la guía del Espíritu de Dios... son actitudes de fondo que encontramos también en otras comunidades, pero que la Fraternidad Monástica de la Paz viven de manera peculiar y que alcanza no solamente al aspecto material de lo que ellos mismos llaman «la provisionalidad», sino también el aspecto espiritual del seguimiento de la voluntad de Dios para lo cual «hacemos entrega de nuestra vida a Dios en la Fraternidad para que el mismo Señor... disponga de nosotros de manera efectiva» - como se dice en su Regla de Vida- para que El crezca y alcanzar la humildad de Jesús.