Hacer una síntesis de la historia y camino espiritual de la Fraternidad Monástica de la Paz supone remontarnos a los principios cuando el P. Alberto María, tras su encuentro con la Renovación Carismática y una lectura desde el corazón del Peregrino ruso, experimentó un cambio profundo en su vida y comenzó a dejarse conducir por un camino de peregrinaje interior que le llevaba a peregrinar hacia la intimidad de Dios. Fue un acontecimiento que se le impuso. Dios salió a su encuentro y le encomendó una tarea, una misión: “vivir para Él, inmerso en Dios”. Fue el mismo Señor quien, a partir de ese momento, comenzó a llevar las riendas de su vida. El pasaje de la viuda de Sarepta, los distintos hechos y acontecimientos que fueron configurando su vida -en el interior de su corazón-, fueron convirtiendo su vivir cotidiano en una búsqueda insaciable de Dios y en un “andar por los caminos de Dios” – como titulaba él sus primeros apuntes sobre lo que ha sido y es el inicio del Libro de Vida de la Fraternidad Monástica de la Paz y de las fraternidades laicales a ella vinculadas-. El itinerario espiritual seguido por él desde entonces, ha configurado una manera de vivir peculiar en el seno de la Iglesia, una manera de seguir a Jesús en una vida consagrada por entero a Él.
La Fraternidad Monástica de la Paz fue surgiendo cuando, llamados por Dios- poco tiempo después de que el P. Alberto María iniciara su andadura en solitario por los caminos de Dios- los primeros monjes y monjas se fueron congregando en torno a él. Después, poco a poco, el Señor fue configurando esa manera de vivir que Él había querido manifestar al P. Alberto María.
( Nuevas comunidades en la Iglesia, Theofanía, 15)